Sal para cocinar
Uno de los pasos imprescindibles para conseguir una buena paella y que tenga el sabor correcto es darle el toque exacto de sal. ¿En qué momento hay que agregarla en la elaboración? Preferiblemente hay que hacerlo en el momento previo a añadir el agua o caldo al arroz. De esta forma, antes de verter el líquido el propio cocinero puede determinar si el punto de sal es el adecuado o si admite algo más. Todas nuestras recetas de paella requieren este ingrediente para hacer que el resultado final no sea soso e insípido, de ahí la importancia de este producto convertido en la principal fuente de sodio de nuestra dieta.
Propiedades de la sal
La sal es necesaria en nuestro vida pero es un ingrediente con el cual debemos de prestar especial atención ya que consumida en exceso puede ser perjudicial para la salud. Y es que nuestro sistema necesita cantidades muy pequeñas de sodio, y si lo consumimos en exceso, el resultado es nefasto. Sin embargo, ¿para qué es bueno el consumo moderado de sal? En primer lugar para regular los fluidos del cuerpo y para controlar el PH de la sangra según la cantidad de agua que lleve nuestro cuerpo. Pero también mejora que estemos hidratados ya que la sal consigue que llegue agua al interior de las células. Por otra parte, es buena para fomentar la relajación de los músculos y ayudar en la transmisión de los impulsos nerviosos.
Como los órganos encargados de regular el sodio de la sangre de nuestro sistema son los riñones, si consumimos sal en exceso, éstos no pueden mantener por sí solos el equilibrio adecuado para el cuerpo. Esto se traduce en que los riñones no pueden eliminar la sal de más que hemos tomado y ésta se queda acumulada en la sangre haciendo que aumenten sus niveles. Al haber más sangre fluyendo, el corazón necesita bombear con más fuerza para y aumente la presión transformándose en una seria hipertensión arterial.
Sal para cocinar
¿Por qué la sal tiene ese característico sabor que ningún otro ingrediente lo tiene? En primer lugar, hay que tener en cuenta que la sal está formada en un 60% por cloro y en el 40% por sodio y precisamente el cloro es el elemento que le otorga un gusto salado. Las cantidades necesarias para su consumo dependen de las características fisiológicas de cada persona, es decir, la edad, sexo, peso, estado de salud. Sin embargo, se ha determinado que la media que una persona puede tomar para no exceder en su consumo es de 5 gramos de sal al día o de 2,5 gramos de sodio.
Para poder calcularlo no sólo hay que tener en cuenta la cantidad de sal que echamos a los alimentos, sino que muchos productos que consumimos ya cuentan con altos niveles de sodio. El bacalao, el jamón, las anchoas, la mostaza, el salmón, el chorizo; estos son alguno de los alimentos más habituales en nuestra dieta y que son considerado alguno de los más salados. Por lo tanto, a la hora de añadir sal a los platos elaborados hay que pensar qué tipo de productos vamos a consumir para hacer un cálculo aproximado de la cantidad de ese día no se exceda.